jueves, 14 de julio de 2011

“En Atapuerca aprendes mucho y de disciplinas que a veces no tocas tanto, en mi caso la fauna”


Laura Sánchez Romero, alumna del Máster Erasmus Mundus en Arqueología del Cuaternario y Evolución Humana, cuenta su primera experiencia en estos yacimientos

Laura Sánchez - Jordi Mestre / IPHES

Soy de Madrid y tengo 24 años. Me licencié en Historia, especialidad de Prehistoria, en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense el año pasado. En septiembre de 2010 comencé mi primer año de Máster Erasmus Mundus en Arqueología del Cuaternario y Evolución Humana que imparte la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, y seguiré con el segundo y último curso el próximo año académico.

Me matriculé en la URV porque era la única universidad española que ofrecía un máster acorde a lo que yo quería hacer y sobre lo que me estaba formando. Antes de decidirme, consulté más opciones, tanto dentro como fuera del Estado español, y hablé con profesores y diferentes profesionales de este campo. Todos estuvieron de acuerdo en que ésta era la mejor opción.

Formación

Además de lo anterior mencionado, es en el IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) donde se encuentra una de las personas responsables de mi formación; Marina Mosquera, y que actualmente me dirige el proyecto en el que estoy trabajando. Se trata de elaborar la arqueoestratigrafía y los remontajes de uno de los yacimientos que componen el Calvero de la Higuera (Pinilla del Valle, Madrid): el abrigo de Navalmaíllo, con el fin de estudiar la distribución espacial y la dinámica de asentamiento del grupo de neandertales que habitó dicho lugar. Los remontajes consisten en intentar encajar las piezas líticas con el fin de reconstruir el nódulo principal desde el que se comenzó la talla. De esta forma ves si se ha tallado in situ, si ha habido acciones postdeposicionales que hayan alterado el registro, conexiones entre diferentes unidades domésticas, etc.

Laura Sánchez (la segunda por la derecha) excavando en Gran Dolina - Jordi Mestre / IPHES

Dentro de la arqueología me encantaría saber de todo un poco, pero soy muy consciente de que en algo has de centrarte. Me siento muy cómoda con la industria lítica y me gustaría saber investigar qué hay detrás de cada instrumento, su ciclo de vida, es decir, su historia desde que surge la necesidad de crearlo, pasando por la configuración hasta el motivo por el cual es abandonad, reutilizado o adoptado como algo simbólico, etc.

Mientras tanto, este verano he ido a Atapuerca a excavar. Lo que más me ha gustado de esta experiencia es poder aprender en un lugar que es muy importante y en el que trabajan personas de muchas disciplinas que se unen para un fin común: el conocimiento.

Trabajo de campo

Cada día cuando llegaba, sobre las 9 de la mañana, al yacimiento de Gran Dolina, donde permanecía hasta las 15 h, lo primero que hacía, antes de ponerme a excavar, era pensar qué era lo que debía de llevar a cabo. Si veía que no lo tenía claro, y antes de meter la pata, preguntaba a alguno de los investigadores del IPHES que están en esta zona, principalmente Marina Mosquera, Palmira Saladié o Andreu Ollé. Y luego a disfrutar y a ver qué es lo que hay ahí escondido. Trabajar allí exige mucha concentración, pero siempre que necesitas algo o tienes dudas hay alguien que te las resuelve.

En general, hay un buen ambiente y a medida que las personas nos vamos conociendo, vamos tomando más confianza y el buen rollo se generaliza. Si hay buen humor, la excavación se lleva mucho mejor, sobretodo teniendo en cuenta que se trata de una tarea que no es precisamente cómoda: tienes que buscar una buena postura, puedes pasar días con mucho calor y otros con mucho frío, estás fuera de tu casa durante bastantes periodos de tiempo, etc.

La fauna

Cuando terminamos la jornada de campo, marchamos al albergue a comer y sobre las 17 h es cuando comenzamos a trabajar en el laboratorio. A mi me tocaba estar en la parte de siglado, algo que me gusta bastante, porque así tengo la oportunidad de ver las piezas líticas que van saliendo y los huesos que las tafónomas nos pasan una vez los han revisado para que les pongamos la identificación. Aprendes mucho, porque vas viendo el tipo de industria que aflora y conoces otras cosas que no tocas tanto, en mi caso la fauna.